MERCADO (LEC-TOUR): ARTE Y DESINDUSTRIA - LOTA, CHILE - 1ro DE MAYO 2019







Mercado

El 1 de mayo 2019 realice una acción performática en las calles de la Feria libre de Lota, en el marco de los Encuentros sobre Arte y desindustrialización. Esta intervención en el espacio público se basó en intento de activar un mapa mental de notas y referencia que he venido investigando con la itinerancia de la Escuela de no trabajo.

En esta investigación estoy hablando, escribiendo desde mi experiencia para entender situaciones, para compartir preguntas. Sobre las personas que me inspiraron, proyectos, obras de arte, textos, poemas, que en algún momento me afectaron, se trata de afectos y errores. Entre todas estas notas, hay referencias que cuestionan el trabajo (del arte) y su documentación (o existencia), hay tensiones entre la productividad y la improductividad, la visibilidad y la invisibilidad, la deriva y el control. Hay muchos materiales que se encadenan, unos en otros, para construir una pista personal.

Uno de los objetivos es considerar el tiempo como una esfera pública donde debemos intervenir para desmantelar la idea de trabajo que se ha impuesto en nuestras vidas. Está en las calles, está en los archivos.

Vivir para trabajar parece ser la única solución en los discursos dominantes, mientras paradójicamente millones de personas no pueden acceder a un trabajo. La precariedad se intensifica en todos los ámbitos de la vida, nos estamos convirtiendo en pobres de tiempo, pobres de trabajar con los sentidos, pero la ética del trabajo sigue siendo muy alta ... La práctica artística no es la excepción, aunque los artistas son considerados los trabajadores liberales freelance perfectos, de alguna manera hay rastros de una posibilidad de emancipación ... Encuentro muchas veces en prácticas artísticas ejemplos de resistencia (poética) frente a esta opacidad.

El mundo es un mundo de "propietarios", la historia del trabajo es la historia de la dominación. La desigualdad es algo común, y la redistribución de la riqueza es una emergencia, y también, por supuesto, el tiempo. Hay y ha habido históricamente algunas prácticas y acciones de la vida cotidiana que cuestionan la productividad y sus lógicas de reproducción. Tantas cosas estamos haciendo en esos aspectos, y muchos más que imaginamos. Para enfrentar a la "barbarie" capitalista surgieron diferentes fuerzas, contra el trabajo como el centro de la sociedad, contra la productividad como único valor y contra la competencia como la relación con el mundo.
Revisar nuestras prácticas, nuestro día a día, como lo que circula en un mercado de intercambios, es un ejercicio para tratar de entender. En algunos casos, logramos momentos y discursos colectivos que se presentan como posturas artísticas, que intentan desmantelar o superar ciertas dicotomías como el trabajo en comparación con el ocio, artístico versus no -artístico, productivo contra improductivo, profesional y amateur ... ¿De qué manera se representa, se superan o se rechaza críticamente estas dicotomías? ¿Cómo podemos experimentar una forma no efectiva de utilizar el tiempo amenazado por fuerzas políticas y económicas?
Una dicotomía que nos ofrece el sentido común moderno seria confrontar nuestra condición material de vida con nuestra condición subjetiva de vida. La primera seria lo que necesitamos para sobrevivir: casa, comida, vestimenta, etc. La segunda lo que provocamos subjetivamente, desde los afectos (lo que nos afecta), lo poético, las narrativas.
Esta es una contradicción falsa, ambas esferas están íntimamente cruzas una a la otra, y sumamente conectadas, no podemos desligarlas, neutralizar una de la otra. ¿Cómo vivimos sin relatos, sin poesía? ¿Cómo comemos sin palabras, sin intercambios? La pregunta seria ¿Cómo sería implosionar esta separación?
Federico Manuel Peralta Ramos decía que la estética es el estado de la existencia. El escenario donde la estética está invitado a la existencia de la vida cotidiana, por lo que su práctica consistió en ser él mismo, su vida. Formó parte de la generación que no tenía acceso a casi nada y donde las paredes de las casas abandonadas eran la plataforma para operar, los edificios, las casas de amigos, las calles… El ocio y el vicio como la mano amiga. Algo que nos permite hacernos la vida menos angustiosa y más llevadera. "Pinté sin saber cómo pintar, escribí sin saber escribir, canté sin saber cómo cantar. La torpeza repetida se convirtió en mi estilo".

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La escuela es la posibilidad de posibilidades. Esta posibilidad parece estar vulnerable por la efectividad. Vamos a la escuela para aprender cómo ser efectivos, cómo ganarnos la vida, sino somos personas perezosas. Y podemos ver fácilmente de dónde viene esta noción ... Si miramos los textos fundacionales de la civilización dominante, Judeo-Cristiana, describen un estado original de humanidad idílica donde los grados de libertad y ocio parecen ser la mayoría. En esta visión mainstream, la humanidad es expulsada de este paraíso como resultado de consumir el fruto del Árbol del Conocimiento. Este "uso del conocimiento" es el famoso mandato de la Biblia (en el capítulo de Génesis): "Desde ahora trabajarás con el sudor de tu frente". La era del ocio y la sociedad de la abundancia y la gratuidad se ven atrapadas por una nueva formulación del principio de la realidad: ganarse la vida.

Paradójicamente, de nuevo, si seguimos esta visión primitiva, el ocio se define en la antigüedad pagana por la palabra griega "Skholè" (que dio el latín "schola" y el francés "ecole"). Y entonces, la noción de ESCUELA significa: "tiempo libre, ocio, descanso, holgazanería, discusión aprendida".

Ocupar la palabra escuela es como cuando intervenimos en la esfera pública. Reconceptualizamos términos y les damos un nuevo propósito, para permitirnos usurpar palabras. Nuestro conocimiento es incompleto, inacabado, y estamos aprendiendo constantemente. Lo que nos hace educarnos no es la educación, sino la capacidad de reconocer lo inconcluso de nuestro conocimiento ... Somos los sujetos (y no los objetos) de nuestra propia educación.

Un aula puede ser cualquier espacio, es un espacio político, donde existen relaciones de poder, y esto genera conflictos de intereses. El problema es que las voces institucionales en el poder buscan construir zonas apolíticas. En el aula o incluso en la casa. Esos lugares donde debería ser evidente comprender las relaciones de poder. El conocimiento proviene de ese choque ...
Pro ocio no significa que "todos deben sentarse a tomar piñas coladas todo el día", aunque estamos razonablemente seguros de que un día o diez días de relajación nunca hacen daño a nadie. Sin embargo, es probable que una vez que estuviéramos completamente relajados, finalmente sintiéramos el deseo de participar en algo de nuestra propia elección. Y eso sucede cuando te enfrentas a una obra de arte, descubres tu deseo.
Félix Guattari y Suely Rolnik en Micropoliticas. Cartografía del deseo lo definen de la siguiente manera: "La micropolítica tiene que ver con la posibilidad de que las agencias sociales tomen en cuenta las producciones de la subjetividad en el capitalismo, problemas que generalmente se dejan de lado en el movimiento militante". El deseo constituye una estrategia de resistencia al poder, que no necesariamente se piensa en términos violentos.
Peleamos entonces en lo micro, porque allí es donde las formas fascistas del capitalismo se reproducen más. La política no es algo separado de la sociedad. La política es cómo vivimos. Significa tener un lugar para construir identidades y subjetividades. Silvia Bielchmar en Subjetividad en el riesgo afirma que "No podemos decirles a los niños que tienen que ir a la escuela porque de esa manera se ganarán la vida... Los humanos deben sentir que lo que hacen tiene un significado que va más allá de la autoconservación. Además, <la escuela es un lugar para recuperar sueños>, no solo para la autopreservación.” Para superarlo, tenemos que atravesarlo con la proximidad, discutir, ser afectado, compartir, enfrentar algo que te enferma o con tu fracaso, con opresiones y derrotas, se trata de una microescuela, todos pueden hacer una microescuela, con sus propias posibilidades de acciones y escenarios, para encontrarse con lo que quieren hacer. Si somos considerados trabajadores, entonces tenemos que cuestionar el trabajo, hasta que lo redefinamos o lo hagamos desaparecer (de entre nosotros).

Patricio Gil Flood








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